domingo, 11 de julio de 2010

SER CASTO

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Siete Aguas, 26 de enero de 2006, 07h

Tema: El consejo evangélico de ser casto.

Viviremos este día de oración tratando a solas, largo rato con quien sabemos nos ama. Así definía Santa Teresa de Jesús la oración, su oración: Orar es estar a solas, largo rato con quien sabemos nos ama.

Saber que El nos ama, es causa y efecto de nuestra oración. La experiencia espiritual de ser amados por El nos impulsa a orar. Es causa y motor de nuestra oración. Pero también puede ser el efecto de nuestra oración, cuando en ella, pedimos ser amados por el Señor, y se nos da esta gracia, la de ser amados y amar. La de amarnos recíprocamente Dios y yo; la de enamorarnos, atraernos y entregarnos.

Es asombroso que pueda el hombre o la mujer enamorarse de Dios; es impensable que Dios le permita entrar en sus Moradas, en el Castillo donde El vive como rey. Es algo extraordinario el que el alma tenga acceso al trato amoroso con este Rey, y sea invitada a entrar siempre más adentro, pasando desde la primera morada hasta la séptima morada, y acceder a la pieza en donde el Rey te espera y te invita a permanecer en su presencia. Sólo porque te ama. Sólo porque te lo expresa. Sólo porque te elige para ser la persona con la cual pueda tratar amorosamente del proyecto de salvación que tiene, y compartirlo contigo. Es sorprendente que una pobre persona, criatura, pecadora, limitada, humana, pueda ser y saberse tan amada por el Amor. Cuando te experimentas como la persona de la que Dios se siente y se expresa enamorado, inicia y se consolida en ti, lo que se llama castidad, y te convierte en hombre o mujer consagrado al amor puro y limpio de Dios, entregado amorosamente a amar al Amado y a ser amado por El.

Por el voto de castidad, Dios te considera a ti como su amado, y tú le consideras a El como tu Amado. Te introduces, así en la experiencia teológica y mística del amor de Dios que te enamora y te introduce en la relación de una intimidad, que se adquiere por gracia, por la gracia de una oración que nos da acceso a la relación amorosa con quien nos ama, y a quien amamos, por quien y en quien amamos y es objeto de nuestro amor consagrado. Este amor consagra. Nos consagra en castidad.

La experiencia de plenitud del amor casto y puro de Dios te convierte en amado en tres categorías:

1. Amado como Virgen-Esposa (Ester, 5,1-8)

2. Amado como Madre

3. Amado como Pastor

1. Amado como Virgen-Esposa

1.1. Ester, 5,1-8: ¿Qué te pasa Ester? Yo soy tu esposo, no temas que no vas a morir. Mi decreto es sólo para los demás, tú acércate. Cuando el rey (Asuero) vio a la reina Ester de pie en el patio, la miró con amor y alargó hacia ella el cetro de oro que tenía en su mano. Ester se acercó a tocar la cabeza del cetro. Y tomando el cetro de oro, le tocó el cuello con él y la besó diciendo: Háblame… Qué pides? Yo te daré todo. ¿qué deseas? Te daré incluso la mitad de mi Reino…

1.2. Is 62,4-5: No se te llamará jamás abandonada, ni tu tierra será la desolada sino que tu nombre será mi predilecta y el de tu tierra, esposa mía. Porque tú eres la predilecta del Señor y El será como un esposo para tu tierra. Porque así como un joven se casa con su novia, así Dios te tomará por esposa, te reconstruirá y será feliz contigo como es feliz el marido con su esposa.

1.3. 1Co 7, 8-9,25-40

1.4. 2Co 11,2: Os he desposado con un solo marido, presentándoos a Cristo como si fuerais una virgen casta.

1.5. Ap 14,4: Estos son los que se mantuvieron vírgenes

2. Amado como Madre

2.1. Is 60, 1-22: Tus hijos llegan de lejos y tus hijas son traídas en brazos. .. Del más pequeño saldrán mil, del menor una nación populosa (v.22).

2.2. Is 61,1-6-11: Pues como la tierra echa sus brotes y un huerto hace germinar la semilla, así el Señor hará germinar la salvación y la alabanza ante todos los pueblos.

2.3. Jn 4,1-42: La mujer novia-esposa que encuentra el novio-esposo en el Pozo como el criado de Abrahan había hallado a Rebeca para desposarla con Isaac (Gn 24,1-67) y ser madre de un nuevo pueblo, numeroso como las estrellas del cielo y las arenas del mar.

3. Amado como Pastor

3.1. Jn 21,15-19 ¿Me amas? Apacienta. Sé Pastor.

La experiencia del Cantar de los Cantares, en la que el alma, busca al amado de su corazón, no lo encuentra, lo sigue buscando hasta que lo encuentra, y al encontrarlo, lo abraza, no lo suelta y lo introduce en la casa para vivir un amor esponsalicio.

Es una experiencia que muchos hombres y mujeres han hecho, como experiencia de castidad. Entre ellos, San Juan de la Cruz, inspirándose en el Cantar de los Cantares, en la II de sus poesías titulada: “Canciones entre el alma y el Esposo:

1. ¿A dónde te escondiste Amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste, habiéndome herido

Salí tras ti clamando y ya eras ido.

2. Pastores, los que fuéredes allá, por las majadas al Otero,

Si por ventura viéredes a Aquel que yo más quiero

Decidle que adolezo, peno y muero.

3. Buscando mis amores, iré por estos montes y riberas

Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras,

Y pasaré los fuertes y fronteras.

4. ¡Oh, bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado!

¡Oh, prado de verduras, de flores esmaltado,

Decid, si por vosotros ha pasado!

5. Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura,

Y yéndolos mirando, con sola su figura,

Vestidos los dejó de su hermosura.

6. ¡Ay, quien podrá sanarme! Acaba de entregarte ya de vero

No quieras enviarme de hoy más ya mensajero

Que no saben decirme lo que quiero.

7. Y todos cuantos vagan, de Ti, me van mil gracias refiriendo

Y todos más me llagan, y déjame muriendo

Un no sé que, que quedan balbuciendo.

8. Mas, ¿cómo perseveras, oh vida, no viviendo donde vives

Y haciendo porque mueras las flechas que recibes,

De lo que del Amado en ti concibes?

9. ¿Por qué pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste?

Y pues me le has robado ¿por qué así lo dejaste

Y no tomas el robo que robaste?

10. Apaga mis enojos, pues que ninguno basta a deshacellos,

Y véante mis ojos, pues eres lumbre de ellos

Y sólo para ti quiero tenellos.

11. Descubre tu presencia, y máteme tu vista y hermosura;

Mira que la dolencia de amor, que no se cura

Sino con la presencia y la figura.

12. ¡Oh cristalina fuente, si en estos tus semblantes plateados,

Formases de repente los ojos deseados,

Que tengo en mis entrañas dibujados!

13. Apártalos, Amado, que voy de vuelo

(Esposo)

Vuélvete, paloma, que el ciervo vulnerado, por el otero asoma

Al aire de tu vuelo y fresco toma.

14. Mi amado, las montañas, los valles solitarios, nemorosos,

las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos

el silbo de los aires amorosos.

15. La noche sosegada, en par de los levantes de la aurora,

La música callada, la soledad sonora,

La cena que recrea y enamora….

22. Entrándose ha la esposa, en el ameno huerto deseado

Ya su sabor reposa, el cuello reclinado

Sobre los dulces brazos del Amado.

23. Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada

Allí te di la mano, y fuiste reparada,

Donde tu madre fuera violada.

….

26. En la interior bodega, de mi Amado bebí, y cuando salía

Por toda aquesta vega, ya cosa no sabía

Y el ganado perdí que antes seguía.

27. Allí me dio su pecho, allí me enseñó ciencia muy sabrosa

Y yo le di de hecho a mí, sin dejar cosa.

Allí le prometí de ser su esposa

28. Mi alma se ha empleado, y todo mi caudal en su servicio

Ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio,

Que ya solo en amar es mi ejercicio…

Canto de la Noche oscura:

1. En una noche obscura, con ansias en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura! Salí sin ser notada,

estando y mi casa sosegada.

2. A oscuras y segura, por la secreta escala disfrazada

¡oh dichosa ventura! A escuras y en celada

Estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía,

Ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía

Aino la que en el corazón ardía.

4. Aqueste me guiaba, más cierto que la luz del mediodía

A donde me esperaba quien yo bien me sabía,

En parte donde nadie parecía

5. Oh noche que guiaste

Oh noche, amable más que el alborada

Oh noche que juntaste Amado con Amada

Amada en el Amado transformada.

6. En mi pecho florido, que entero para El sólo guardaba

Allí quedo dormido y yo le regalaba,

Y el ventallo de cedros aire daba.

7. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía

Con su mano serena en mi cuello hería

Y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedeme y olvideme, el rostro recliné sobre el Amado,

Cesó todo y dejéme,

dejando mi cuidado, entre las azucenas olvidado.

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