Siete Aguas, 7 de enero, 2006
En los días que llevamos de EE hemos ido acentuando actitudes orantes que se despliegan y se afianzan en nosotros en la medida que hacemos nuestra la espiritualidad Verbum Dei.
Nuestro carisma nos adentra en los preciosos paisajes de la vida contemplativa-misionera.
El contacto vivo y vivificante con
- una espiritualidad de dependencia amorosa de
- una espiritualidad de confidencialidad amorosa con Dios por medio de su Palabra reveladora
- una espiritualidad de obediencia a
- una espiritualidad epifánica, contemplativo-misionera, por la que Dios se manifiesta a nosotros y nosotros le manifestamos a El.
- una espiritualidad bíblica de expresión y aplicación vivencial y concreta de
La vivencia de nuestro carisma nos mete en la dinámica bíblica del conocimiento vivo de Dios, del trato con El, de la familiaridad con
- una espiritualidad , que en los números 201-210 de nuestros estatutos está expresada con ricos matices.
1. Una espiritualidad en función de la vida de muchos, no sólo de la santificación propia sino de la vida de muchos, y al servicio de toda
201. Nuestra espiritualidad está no sólo en función de la santificación propia, sino de la vida de muchos y al servicio de toda
No podrá alimentarse de gustos y aficiones propias o ajenas, ni dejarse llevar por cualquier viento de doctrina (Ef 4,14).
Deberá necesariamente nutrirse con el alimento sólido y seguro de
S. Ambrosio: “A El hablamos cuando oramos, y a El escuchamos cuando leemos las palabras divinas”.
S. Jerónimo: “El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”.
202. Por lo mismo la contemplación, meditación, piedad y vida de oración, se fundamentará en
El cristianismo de muchos depende de nuestra vida y nuestra vida dependerá de la calidad de meditación-oración que practiquemos y vivamos diariamente.
203.
204. Cuidaremos durante la jornada, en un ambiente propio de vida contemplativa, de traducir en vida propia y para toda
205. Nuestra vida, centrada en
206. Conviviendo con el Cristo real de hoy, en su Cabeza y en sus miembros, nuestra oración seguirá el ritmo vital de todo su Cuerpo, participando en carne propia del drama y vicisitudes de su Iglesia, secundando la solicitud por toda ella del Vicario de Cristo en la tierra.
207. Nuestra oración y diálogo con Jesús no constituirá un tranquilizante ni creará una actitud estática, sino más bien dinámica, acuciante y tal vez conflictiva. Así fue frecuentemente la vida y oración de Jesús, celoso por el plan salvífico y misteriosa voluntad del Padre y por la fidelidad y perseverancia de sus discípulos.
208. Solidarios e identificados con la realidad vivencial del Cristo de hoy en toda la humanidad, nuestra oración y nuestra misión no formarán sino una misma y sola vida: la vida de Jesús compartida y convivida con todos los hombres.
209. Guiados por la misma Palabra de Dios y el sentir de nuestra Madre
210. Toda nuestra existencia se proyecta con la mirada maternal de María sobre el Cuerpo Místico de Jesús que sigue hoy sufriendo, muriendo y resucitando en sus miembros en todas las latitudes. María nos acompaña y anima a repetir en nuestra vidas el misterio pascual de Cristo, de muerte y resurrección para redención de sus hijos.
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