domingo, 11 de julio de 2010

MINISTERIO DE LA PALABRA

EE2006_0118_07h_MP.doc

Siete Aguas, 18 de enero de 2006, 07h:

Tema: Ministerio de la Palabra

Además del Sermón de la Montaña, Carta Magna del Nuevo Testamento (Mt 5-7), el evangelio de Mateo presenta el Sermón del lago (Mt 13,1-58; Mc 4,1-24). Se trata del Sermón en parábolas, que revela rasgos importantísimos del ministerio de la Palabra de Jesús, y que iluminará nuestra meditación de las Constituciones, CFMVD 28-45, centrados en nuestro “Ministerio de la Palabra”.

También podremos meditar la “Instrucción apostólica” que Jesús dirige exclusivamente a los apóstoles (Mt 10,1-11,1), y que contiene la esencia del Manual del predicador, del apóstol formado por el Maestro de Galilea, y que podrá arrojar también mucha luz a este día de oración centrado en el Ministerio de la Palabra.

Con espíritu contemplativo, nos introduciremos en el contexto que enmarca el Sermón del lago. Es un contexto de predicación de Jesús, en el que le podemos contemplar ejerciendo su ministerio de la Palabra en su región: Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a anunciar el mensaje en los pueblos de aquella región.(Mt 11,1).

Contemplaré hoy a Jesús misionero, itinerante, en camino.

Contemplaré a Jesús entre las gentes, misionero, andariego, solícito por acercar el Reino a sus contemporáneos y compaisanos.

Contemplaré a Jesús en misión, actuando, predicando, ejerciendo su ministerio de la Palabra. Le contemplaré enseñando la Buena Nueva, anunciando, proclamando la cercanía de Dios, aquí y allá.

Me acercaré a El para aprender de El, para imitarle a El, en su misión.

Acompañaré de cerca al Maestro para aprender de El, ¡tantas cosas! Observar y aprender el cuándo de su predicación, el qué de su predicación, el cómo de su predicación, el fruto de su predicación…etc.

Antes del Sermón del lago, ha estado en Corozaín, en Betsaida, en Cafarnaúm (Mt 11,20-24). No le ha sido difícil predicar. Predicar no es difícil para el que tiene algo que decir. Lo difícil es predicar sin convencer al que escucha y, no obstante, seguir predicando por misión y por convicción. Ay de mí si no predicara el evangelio, dice Pablo (1Co 9,16). Lo tremendo es predicar sin ser comprendido, acogido, escuchado. Y esto lo experimenta Jesús en su ministerio de la Palabra. Por eso, repetirá en el sermón en parábolas algo aprendido con dolor en su predicación: El que tenga oídos, que oiga (Lc 13,43). No le ha sido fácil convencer a los oyentes. Halla mucha resistencia porque halla soberbia. Su predicación es rechazada por los “sabios y prudentes” según el mundo, y es acogida por los sencillos, por los humildes. Los cansados y agobiados pueden hallar en El, descanso para sus vidas (Mt 11,25-30).

Contemplaré a Jesús caminando por los sembrados, predicando el evangelio de la misericordia, y realizando obras de bondad y misericordia (Mt 12,1-8), predicando en las sinagogas de la región (Mt 12,9-14). Lo contemplaré en conflicto con las autoridades por su predicación (Mt 12,14). Lo contemplaré releyendo su vida desde la Palabra de Dios, aplicándose el Canto del Siervo (Is 42,1-4): Este es mi siervo a quien elegí; mi amado en quien me complazco… anunciará el derecho a las naciones… En El pondrán las naciones su esperanza (Mt 12,15-21).

Contemplaré al predicador del Reino “con el ojo encima”. “Le han echado el ojo”, solemos decir. No ha caído bien a los dirigentes del Pueblo, que lo tachan de endemoniado (Mt 12,22-37), poseído por Satanás, siendo el símbolo de la libertad contra Satanás, libre de sus garras, venciendo con la Palabra escrita, con la Escritura todas las tentaciones y pruebas que le presentó en el desierto y en su vida (Mt 4,1-11).

Contemplaré al predicador del Reino de Dios en medio de una generación perversa, (Mt 12,38-45). Una generación hostil, que no le hace caso, en medio de la cual no tiene grandes éxitos. El ministerio de la Palabra de Jesús como el de sus discípulos fue ejercido en un escenario caracterizado por la adversidad, que requería la superación de muchos obstáculos. Ministerio de la Palabra realizado entre mucha oposición, con la experiencia desgarrante de torear toros difíciles, de afrontar lobos. El y sus discípulos se sienten misioneros enviados como ovejas en medio de lobos, expuestos al rechazo, a la expulsión, a atentados, cárceles, persecuciones, odios, amenazas de muerte (Mt 10,5-33).

El ministerio de la Palabra complica enormemente la vida de Jesús y de los suyos, pues la predicación de los intereses del Padre y de su voluntad, y el permanecer fiel a su plan de salvación es fuente de conflictos y malos entendidos, que impiden vivir en paz, en esa falsa paz de los falsos profetas que no enfrentan con radicalidad la vida, y la voluntad de Dios de la implantación del Reino. El reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan (Mt 11,12). Los violentos pretenden acabar con el Reino, pero no pueden, porque es más fuerte la fuerza de Dios. Hay que hacerse violencia, muchas veces para ser, de hecho, no de derecho, un predicador como el Predicador de Galilea y creer contra toda evidencia, esperar contra toda esperanza, y anunciar el amor contra toda oposición y rechazo.

En el sermón en parábolas, Jesús expresa en lenguaje sencillo lo que lleva dentro, lo que le ha enseñado la vida, lo aprendido en contacto con la gente. En este sermón expresa una síntesis de la belleza y de la dramaticidad del ministerio de la Palabra, recibido por vocación y realizado con valor de redención.

El es el Sembrador (Mt 13,1-23). Pero no es fácil ser sembrador de la Palabra. El ha predicado a distintos tipos de tierra. Es difícil estar ante tierras que ofrecen resistencia a la Palabra, oídos que por una parte les entra y por otra les sale la semilla de la Palabra. Predicaciones que no cuajan. Ante las cuales, uno ha de ser libre y no hacer depender su siembra del éxito de la acogida. Hay que hacer cuentas con el trigo y la cizaña, con la siembra de parte del misionero del Reino, y la siembra por parte del mundo (Mt 13,24-30). ¿Qué sembramos nosotros? ¿qué siembra el mundo? Hay que hacer frente al mal. Conocer las estrategias de siembras del mundo, no ser ignorantes de las maniobras del Maligno… Ser astutos como serpientes, prudentes como palomas (Mt 10,16). La siembra del Reino se parece a la mostaza y a la levadura (Mt 13,31-33). El Reino se parece a la perla y al tesoro escondido (Mt 13,44-46). Se parece a una red (Mt 13,47-50); Oremos con Jesús que enseña al discípulo la sabiduría del Ministerio de la Palabra (Mt 13,51-52).

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