domingo, 11 de julio de 2010

JESÚS NUESTRA ESPERANZA

Siete Aguas, 10 de enero de 2006, 07 h.

Durante el día el Señor me brinda su amor

Por la noche mi canto y mi oración son para el Dios de mi vida

Digo a Dios: roca mía ¿Por qué me has olvidado?

¿Por qué he de andar afligido hostigado por mi enemigo?

Con gritos que rompen mis huesos me insultan mis adversarios,

Repitiéndome todo el día: ¿dónde está tu Dios?

¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué me siento turbado?

Esperaré en Dios y volveré a darle gracias

pues El es mi Salvador y mi Dios. (Sal 42,9-12).

Así me hablaba esta mañana el Señor, cuando he abierto la Biblia, por la página que se abrió…

Me conectaban muy bien estas palabras con la experiencia del día de ayer, en el cual contemplábamos a Jesús, en el desierto, tentado, afligido, con hambre, debatiéndose entre tentaciones y pruebas duras, propias del ser humano, y que afrontándolas con Dios te dan la fuerza de Dios.

¿Por qué me has olvidado?

Padre, ¿por qué me has olvidado?

El inicio y el final de la misión de Jesús constituye un marco que resalta la realización de su misión en el contexto de la prueba, y de la experiencia de sentirse abandonado.

Lc 22,39

Salió y fue, como de costumbre, al monte de los Olivos.

Sus discípulos lo siguieron.

Al llegar allí, les dijo: Orad para que podáis hacer frente a la prueba.

Se alejó de ellos, como un tiro de piedra,

se arrodilló

y estuvo orando

así:

Padre,

si quieres,

aleja de mí este cáliz (copa de amargura)

Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.

El monte de los Olivos al final. El desierto, al inicio. Lugares de la prueba, estados de prueba.

Nosotros, imitando a Cristo, nos identificamos con El cuando nos visita la prueba, la adversidad. Inevitable, en el camino de la Imitatio Christi, en la Sequela Christi.

Orar con Dios, para hacer frente a la prueba, es fundamental. Orar.

Orar arrodillado, orar de rodillas, con el corazón puesto en Dios.

Vamos tomando en nuestras luchas diarias el arma de las rodillas.

¡Qué alto se levanta el ser humano cuando se arrodilla!

Somos personas de rodilla, vencemos hincados, ante el Dios que nos levanta. Somos lo que somos porque El nos levanta. Tiene una fuerza inmensa el creer, el esperar, el amar, el procesar con Dios la circunstancia adversa, y comprender que es la voluntad de Dios, y nuestra voluntad. Adherirnos a Dios, con la esperanza y abandono en El, identificándonos con El.

Cuando nos sentimos abandonados, de los demás, abandonémonos en El.

Cuando nos sabemos y experimentamos sin salida, abandonémonos a El.

La teología de la esperanza, hunde sus raíces en las situaciones de desesperanza.

La esperanza es una flor que crece en los desiertos, y en los huertos de olivos.

Es como estas flores de cactus, tan preciosas, que florecen en unas plantas llenas de púas, o las rosas que se abren en un tallo lleno de espinas.

La flor de la esperanza se da en el abandono a Dios en las situaciones humanamente desesperanzadas

La esperanza es el consuelo en la prueba.

Entonces se le apareció un angel del cielo que le estaba confortando.

La esperanza es la luz divina que atisba a ver el que padece con Dios la prueba.

La esperanza es el fruto de la oración del hombre probado.

La esperanza es un horizonte que Dios te da permitiéndote ver más allá del aquí y ahora, del así…

La esperanza es la convicción de que la prueba no acaba contigo, sino tú con la prueba.

La esperanza te hace más fuerte que tu debilidad.

La esperanza da sentido a la espera.

La esperanza brota de la oración en la prueba.

La esperanza te da fuerza para levantarte y seguir en tu camino, hasta que el Dios de la esperanza se manifieste.

Me encantaría, Jesús, ser una mujer de esperanza.

La esperanza no es el sentimiento infantil e inmaduro de quien quiere evadir los problemas, disminuyendo su problematicidad, esquivando conflictos, escapando del dolor, poniendo música cuando hay llanto… No, no. La esperanza no es una alucinamiento para no sufrir, o el fruto de una obsesión para evitar el dolor: I am Okay, you are okay…

La esperanza es una virtud teologal, que nace, crece y se desarrolla en las adversidades, afrontadas en oración con nuestro Dios.

La esperanza es una virtud, es una conquista, y a la vez un don. Es un talante, es un modo de vivir del creyente que ama a Dios y es amado por El.

La esperanza deriva de la fe y del amor. De una fe probado, de un amor puesto a prueba.

La virtud teologal de la esperanza junto a la fe y al amor, es una realidad existencial que adquieres y aumentas en las dificultades. Es el principio y fundamento

de tu dependencia amorosa de Dios (primer día de EE)

de tu confidencialidad amorosa con Dios (segundo día)

de tu obediencia amorosa a la Palabra de Dios y a su voluntad (tercer día)

de tu entrega al Padre, que manifiesta su amor entregándonos al Hijo (cuarto día)

de tu vocación a reescribir en tu historia la historia de salvación (quinto día)

de tu misión de identificarte con el Hijo amado (sexto día).

Es la que te sostiene en la prueba (séptimo día)

Es la que te hace hombre y mujer de esperanza (octavo día).

Esperaré en Dios y volveré a darle gracias, pues El es mi salvador y mi Dios (Sal 42,6.12; 43,5).

Como busca la cierva corrientes de agua, así Dios mío, te busca toda mi ser.

Tengo sed de Dios, del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el rostro del Dios vivo?

¿Cuándo? Me abro a un futuro.

Y mientras, espero.

Lain Entralgo, escribió un libro tan interesante! La espera y la esperanza! La esperanza nos hace esperar, nos alienta en la espera.

Salmos 42 y 43, salmos de esperanza regada por lágrimas, que son alimento del salmista día y noche.

Sal 22,5.6: En ti esperaban nuestros antepasados, esperaban y tú los librabas. A Ti clamaban y quedaban libres. En ti esperaban y nunca quedaron defraudados

Sal 31,25: Sed fuertes. Cobrad ánimo los que esperais en el Señor!

Sal 32,10: Muchas son las penas del hombre pero al que espera en el Señor lo envuelve el amor.

Sal 33,18: Los ojos del Señor están puestos en sus fieles en los que esperan en su misericordia.

Sal 33,20-22: Nosotros esperamos en el Señor. El es nuestro socorro y nuestro escudo; El es la alegría de nuestro corazón. En su santo nombre confiamos. Que tu amor nos acompañe como lo esperamos de ti.

Sal 37,7-9: Descansa en el Señor, espera en El, que no te haga perder la paz el que prospera con la intriga… porque los malvados serán exterminados pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.

Sal 38,16: En Ti, Señor, pongo mi esperanza, Tú me responderás, Señor y Dios mío. No me abandones, Señor, Dios mío, no te alejes de mí, apresúrate a socorrerme, Señor mío, mi salvación.

Así la experiencia de Jesús en el desierto y en las tentaciones. No te alejes de mí. Si es posible que pase de mí el caliz, pero mi esperanza está en ti, Tú estás ahí… Levantémonos voy a entregar la vida… al Dios de mi esperanza.

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