domingo, 11 de julio de 2010

COMUNIDAD APOSTÒLICA

EE2006_0129_07h_apostol

Siete Aguas, 29 de enero de 2006, 07h

Tema: Comunidad apostólica

Al final de un mes de Ejercicios Espirituales, nos estamos encaminando hacia la síntesis de los mismos y la proyección de un año de Ejercicios Espirituales. El Espíritu que nos guió en este mes, nos seguirá guiando en este año. Proyectemos, pues, en estos dos últimos días del mes de Ejercicios Espirituales, el año de Ejercicios Espirituales.

Oremos hoy, con Biblia y calendario, con horizonte de presente y futuro. ¿Qué proyecto de vida me presenta el Espíritu para el 2006? Vislumbremos el conjunto del año. Después de enero, viene febrero, marzo, abril, mayo… hasta diciembre 2006, enero 2007. Tres puntos pueden orientarnos para elaborar nuestro proyecto de vida:

- Nuestra identificación con el carisma de los Doce (Hch 6,1-7)

- La fidelidad a nuestros compromisos (CFMVD 24-27).

- La comunidad, garantía para realizar nuestro carisma (CFMVD 106-113).

  1. Nuestra identificación con el carisma de los Doce (Hch 6,1-7)

Pidamos luz para que, guiados por el Espíritu, alimentados de nuestras fuentes de espiritualidad podamos proyectar y vivir un 2006 consagrados a la oración y al ministerio de la Palabra, vocación apostólica, por excelencia. La misma vocación de los Doce, expresada en Hch 6,1-7, y en nuestras Constituciones, Nº 10:

La Fraternidad Misionera Vebum Dei, con el lema de los primeros discípulos de Jesús: Orationi et ministerio verbi instantes y el espíritu de la primera comunidad cristiana, concreta y centra su misión específica en la Palabra de Dios: Orar la Palabra, asimilándola, hasta hacerla vida propia, transformándonos en ella, y enseñándola a los demás, para que la oren, la vivan y la enseñen vivencialmente a otros” ( CFMVD 10).

Hemos orado tantas veces sobre nuestro lema fundacional, base de nuestra opción de vida, que cada uno, se va haciendo una síntesis de Hch 6,1-7. Os quiero compartir la síntesis que yo tengo, para que cada uno, pueda hacer la suya.

Oración y ministerio de la Palabra son los dos componentes del binomio de nuestro lema fundacional: oración y ministerio de la Palabra. Constituyen la esencia y el núcleo integrador del carisma que Dios ha confiado al Verbum Dei, que la Iglesia ha confirmado con la aprobación de nuestras Constituciones, y que sigue impulsando de manera creciente. Literariamente hablando nuestro lema es una propuesta: Pareció bien la propuesta (Hch 6,5).

1. Tal propuesta es la opción de los Doce: Nosotros nos dedicaremos a la oración y al Ministerio de la Palabra (Hch 6,4).

2. Tal propuesta es determinada y singular: “la” propuesta , no una entre otras.

3. Tal propuesta es acertada: Pareció bien.

4. Tal propuesta es aceptada: Pareció bien la propuesta a toda la asamblea.

5. Tal propuesta es fruto de un discernimiento: No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios para servir a las mesas (Hch 6,2).

6. Tal propuesta es alternativa: Buscad de entre vosotros a siete hombres de buena fama, llenos de Espíritu y sabiduría (Hch 6,3).

7. Tal propuesta es eficaz: Eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo…, los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos (Hch 6,5-6).

8. Es propuesta a una protesta: Hubo quejas de los helenistas contra los hebreos porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana (Hch 6,1).

9. Tal propuesta está al servicio de la Palabra: La Palabra de Dios iba creciendo (Hch 6,7).

10. Tal propuesta es misionera: En Jerusalén se multiplicó considerablemente el número de los discípulos y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe (Hch 6,7).

Sobre estos 10 elementos del carisma meditemos, confrontémonos, proyectemos.

  1. ¿Me identifico con la propuesta hecha por los Doce?
  2. ¿Asumo como mía su vocación contemplativo-misionera?
  3. ¿Qué obstáculos impiden o menguan mi opción de vida contemplativo-misionera?
  4. ¿Qué medios tomar para poner en práctica personal y comunitariamente la propuesta de los Doce?
  5. ¿Crece la Palabra y se multiplican los discípulos, como efecto de nuestra opción?

El dinamismo de la expansión misionera y del crecimiento de la Palabra de Dios en el mundo fue confiado ayer a los Doce y hoy a nosotros. En continuidad con los apóstoles, surgieron muchos evangelizadores a lo largo de la historia. Hoy nos toca a nosotros arrimar el hombro a la nueva evangelización, proponiéndonos, ante todo a nosotros mismos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra.

La Palabra de Dios iba creciendo e irá creciendo, fruto de “la propuesta de la oración y el ministerio de la Palabra en toda la Fraternidad, de la que somos parte por vocación y elección irrevocable de parte de Dios; no por nuestras obras sino por su gracia.

  1. La fidelidad a nuestros compromisos (CFMVD 24-27).

24. Los miembros de la Fraternidad dedicaremos el mayor tiempo posible a la Palabra de Dios, orada, asimilada, vivida, estudiada y dada hecha vida a los demás y para ello nos comprometemos a:

1. Diariamente:

- Ejercicio de tres horas de oración personal.

- Participación en la Eucaristía.

- Rezo del Rosario.

- Examen de la noche.

- Nos uniremos a nuestra Madre, la Iglesia, en su rezo oficial de la liturgia de las Horas para todos los miembros de la Rama de Misioneros y de Laudes y Vísperas para la Rama de Misioneras.

2. Semanalmente:

- El día más oportuno dedicaremos cuatro horas seguidas a la oración personal.

- Revisión de vida.

3. Mensualmente dedicaremos un día entero, desde la víspera, a la oración en completo retiro.

4. Anualmente practicaremos, dirigido por miembros de Verbum Dei, el mes de ejercicios espirituales en completo retiro.

5. Acudiremos frecuentemente al sacramento de la Reconciliación.

6. Algunos de estos actos serán en común, según las normas del directorio, en donde se podrán especificar otros momentos de vida de oración de acuerdo con la situación de cada persona y comunidad.

25. Todos los miembros practicaremos asiduamente la dirección espiritual o apertura, como medio imprescindible para discernir la luz del Espíritu y la voluntad del Padre en cada circunstancia y situa­ción por encima de nuestra propia voluntad y querer[1]; ya que sería imposible vivir, sentir, pensar y amar como Jesús sin una fuerte delicadeza de conciencia y recta formación de la misma.

26. La Fraternidad Misionera Verbum Dei tiene, como medio habitual y práctico de vivir y propagar su espiritualidad propia, el MES DE EJERCICIOS ESPIRI­TUALES en completo retiro, que sus miembros practican invariablemente todos los años.

27. El mes anual de ejercicios espirituales en completo retiro es, para Verbum Dei, el singular instrumento con el cual el Espíritu Santo va configurando y actualizando permanentemente la fisonomía y carácter propio del mismo: Casa de oración y Escuela permanente de la Palabra orada que se predica. De esta evangelización fruto de nuestro ejercicio diario de oración y de nuestra vida orante se nutre y propaga el carisma propio Verbum Dei como contemplativo-apostólico-misionero para vivir y enseñar a vivir la oración que tenga como fruto propio la predicación de la Palabra viva de Dios. De esta actividad misionera se formará la fraternidad universal en el mismo amor de Cristo.

  1. La comunidad, garantía para realizar nuestro carisma (CFMVD 106-113).

106. La vida comunitaria, respetando las diferencias legítimas según las diferentes Ramas de la Fraternidad, constituirá, para sí y para el mundo, una imagen viva y genuina de la Trinidad. Su vida de caridad mutua, "teniendo un corazón y un alma sola"[2] será signo inequívoco del amor de Jesús[3], hasta amar como Él nos ha amado[4]. Esta caridad se traducirá en un espíritu espontáneo y desinteresado de servicio a los hermanos por el que conozcan todos que somos discípulos suyos[5].

107. El primer ejercicio de caridad en Cristo, al que queda­mos comprometidos todos los miembros de la comunidad, consis­te en la ayuda mutua a nuestra radicalidad en el seguimiento personal y comunitario de Jesús[6]. No se entendería dicho compromiso de caridad mutua si no se extendiera y tuviera como punto de mira, la misión específica, personal y comuni­taria del ministerio de la Palabra.

108. De la forma más eficaz nos ayudaremos y apoyaremos todos en la formación y preparación, lo más completa y perfecta posible, en el fondo y en la forma, para proclamar la Palabra. Nos cuidaremos diligentemente todos, desde el primero al último de la comunidad, de que todos y cada uno de sus miem­bros rinda al máximo sus talentos y los multiplique y perfec­cione más cada día en su misión propia de anunciar el Reino, en bien de toda la Iglesia de Cristo[7].

109. La vida de caridad mutua, expresión del mismo Dios[8] y del amor y presencia de Jesucristo -Palabra de Dios-, no nos permitirá caer en un círculo cerrado de Rama, comunidad o personas; ni constituirá la vida de comunidad un fin en sí misma, ni mucho menos, una vida estática o meramente pasiva. Nuestra vida comunitaria deberá estar siempre en función de la mayor eficacia apostólica y favorecerla al máximo. Nuestra aspiración será formar incansablemente células vivas y nuevas comunidades dinámicas que compartan con todos la vida eterna para alabanza del Padre[9].

110. La comunidad local entre los miembros de una misma Rama constituye el núcleo de ayuda y apoyo mutuo en donde y desde donde se vive la identidad apostólico-misionera de cada miembro.

111. En estas comunidades locales, tanto de Misioneros como de Misioneras, viviendo en medio del mundo, nos iremos renovando[10] y creciendo constantemente al ritmo vital de la Iglesia[11]. Animados y guiados por el Espíritu de Jesús, no tendremos ciudad ni medio de vida permanentes[12], sino que nos encarnaremos más bien al modo de vivir y expresarse de las distintas Iglesias y culturas[13]. Nuestro único deseo será que Cristo crezca, que todos los hombres le conozcan, vivan de Él y tengan vida abundante[14] hasta llegar a ser todos UNO en Cristo[15].

112. La revisión de vida semanal es el medio más eficaz para vivir nuestro compromiso comunitario, ayudándonos a realizar el auténtico sentido de la comunidad fraguada en el amor de Cristo. En ella nos comprome­temos a defender, multiplicar y potenciar hasta el máximo rendimiento, los valo­res y talentos que conlleva la vocación y misión para la que el mismo Señor nos ha llamado y convocado en un común ideal y carisma.

113. Viviremos en la casa propia de la comunidad local a la cual hemos sido asignados, en comunidades formadas según las exigencias de nuestro apostolado. En casos particulares, cuando, por motivos de apostolado u otros reconocidos por el Responsable respectivo, un Misionero o una Misionera Verbum Dei tenga que vivir solo y no pueda practicar la vida comunitaria, deberá mantener un contacto regular con la comunidad más cercana.

Es una gracia de Dios comprender nuestro carisma, vivirlo, convivirlo y transmitirlo. Pidamos al Señor, podernos dedicar de hecho a la oración y al ministerio de la Palabra. Es a esto que se compromete la comunidad. Para ello nos propone unos medios de espiritualidad



[1]Cf. Is 55,8-9.

[2]Act 4,32.

[3]Cf. Jn 17,26.

[4]Cf. Jn 15,12.

[5]Cf. Jn 13,35; LG 33.

[6]Cf. Gal 6,10.

[7]Cf. 1 Pe 4,10-11; 1 Cor 12,7; 2 Tim 4,1-5.

[8]Cf. 1 Jn 4,8-11.

[9]Cf. Ef 1,12 y Plegaria Eucarística II.

[10]Cf. Rom 12,2.

[11]Cf. Col 2,19; Ef 4,11-16; LG 7.

[12]Carta a Diogneto, cap. V.

[13]Cf. 1 Co 9,20-22.

[14]Cf. Jn 10,10.

[15]Cf. Jn 17,21.

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